Al integrar a una persona con discapacidad intelectual en un entorno laboral busque información general sobre esta discapacidad, sus gustos y lo que le molesta, para que sepa cómo tratarlos en caso de una eventualidad.

Para explicarle el trabajo que va a realizar, hágalo por pasos, y de menor a mayor grado de dificultad, de tal manera que cada uno de ellos lo prepare para el siguiente nivel. Resuelva sus dudas, razonando con él/ella cada una de las actividades propias del trabajo.

Recuerde que para que pueda aprender a realizar una tarea, dicho aprendizaje debe ser significativo, es decir, que tenga un por qué y un para qué.

Utilice los términos persona con discapacidad intelectual, persona con Síndrome de Down o persona con Trisomía 21.

Recuerde que esta discapacidad no es una enfermedad o padecimiento, sino una condición de vida.

Cuando converse con una persona con discapacidad intelectual háblele con naturalidad, use palabras sencillas e ideas claras, concretas y cortas, evitando el lenguaje técnico, ambiguo o complejo.

Trate de incluirlas socialmente, saludándolas y despidiéndose de ellas con normalidad, como lo haría con cualquier persona.

Conteste sus preguntas y asegúrese de que le ha comprendido. Sea paciente, puede reaccionar con lentitud y tardar en comprender lo que le ha dicho.

Trátele según su edad, capacidad y dentro de lo que le sea posible.

Ayúdele sólo cuando lo necesite (evite la sobreprotección) y enseñe a otros como ayudarle y como convivir con él/ella.

Evite excluirle de las actividades grupales y bromear sobre su discapacidad, pues ello podría afectar su autoestima.

Sea flexible ante conductas indeseables; intente corregirlas con sutileza o simplemente páselas por alto.

Al hablar sobre el desempeño laboral de las personas con discapacidad intelectual utilice la frase "requiere apoyos para…" en lugar de "como no puede…".

Sea un modelo a seguir en el entorno laboral para que pueda aprender de usted y mejorar así su desempeño laboral.